Durante su mensaje ante su próximo gabinete, gobernadores electos y en funciones, legisladores e integrantes de Morena, llamó al partido guinda a reformar sus estatutos para separar con claridad las tareas partidarias de las de gobierno, y en seguida subrayó que a partir de este momento deja de representar a una parte de la sociedad para representar a todos los mexicanos.
Para su primer acto como presidenta electa, las más de 3 mil 100 butacas del teatro Metropolitan, en la zona centro de la Ciudad de México, lucieron ocupadas. Incluso, muchos tuvieron que permanecer de pie en los pasillos.
La segunda fila fue ocupada por todos los gobernadores en funciones y electos de Morena, mientras que en la primera fila se colocó su próximo gabinete. También estuvo en la primera fila los actuales secretario de la Defensa Nacional y de Marina.
Ante el grito de “presidenta, presidenta” con el que fue recibida en este auditorio, expuso que con el voto del 2 de junio, “se plasmaron dos mandatos claros y contundentes: El primero, es tiempo de transformación. El segundo, es tiempo de mujeres”.
A lo largo de 47 minutos, en un mensaje que aclaró que sería corto ya que tendrá oportunidad el 1 de octubre, en su toma de protesta, para ampliarlo, dedicó una gran parte para reivindicar la luchas de las mujeres. Al tiempo que insistió que no llega sola, sino acompañada de las luchadoras que han dado incluso su vida para que llegue el momento en que en una mujer ocupe la presidencia.
Y al recalcar que no llega sola, en un emotivo mensaje expresó que llegan “también llegan las invisibles, que con estas líneas hago visibles. Hago aparecer a quienes quisieron desaparecer, las que lucharon por su sueño y lo lograron, las que lucharon y no lo lograron. Llegan las que pudieron sacar la voz y las que no lo hicieron. Llegan las que han tenido que callar y luego gritaron a solas. Llegan las más marginadas. Llegan las abuelas, las bisabuelas, que no aprendieron a leer y a escribir porque la escuela no era para niñas. Llegan nuestras tías que encontraron en su soledad la manera de ser fuertes. Llegan nuestras madres que nos dieron la vida y después volvieron a dárnoslos todo”.
Asimismo, “llegan nuestras hermanas. Llegan nuestras compañeras. Llegan nuestras amigas. Llegan las mujeres anónimas, las heroínas anónimas, que desde su hogar, las calles o sus lugares de trabajo lucharon por ver este momento. Llegan ellas, las que soñaron con la posibilidad de que algún día no importaría si nacíamos siendo mujeres o naciendo siendo hombres, podemos realizar nuestros sueños y deseos sin que nuestro sexo determine nuestro destino. Llegan ellas, todas ellas, que nos pensaron y nos piensan libres y felices. Y con todas ellas a nuestro lado, aquí, cerquita de nosotras, llegan también nuestros grandes anhelos, que no son sólo para las mujeres”.
Sus palabras desataron los gritos de “la primera, la primera”, en una alusión a la primera presidenta que tendrá México. También, se escuchó el coro de “es un honor, estar con Claudia hoy”, con el que la arroparon durante su campaña.
“Durante mucho tiempo las mujeres fuimos anuladas. A muchas de nosotras nos contaron desde niñas una versión de la historia que nos quería hacer creer que el curso de la humanidad era protagonizado únicamente por hombres”, indicó la futura mandataria.
Al instante, nombró a algunas de las mujeres que han sido trascendentales en la historia del país, y que también, dijo, llegan con ella a este momento. Citó de esta forma a Leona Vicario, a “Josefa Ortiz, perdonen que no diga de Domínguez”, aclaró, a las chinacas, a las obreras del tiempo del porfiriato, a Dolores Jiménez y Juana Gutiérrez, Elvia Carrillo Puerto, Hermila Galindo, Refugio García, Consuelo Uranga y Esther Chapa. Nombró a Sor Juan Inés de la Cruz, Frida Kahlo y a Rosario Castellanos. Todas ellas trabajaron para que las mujeres tengan el reconocimiento del derecho a votar, a la educación, al divorcio y a la salud.
Frente a su legado, y al igual que lo hizo por la mañana en la sede del Tribunal Electoral, hizo una respetuosa invitación: “A que nombremos presidenta con ‘A’… así como decimos jueza, abogada, científica, ingeniera, con ‘A’, porque como nos han enseñado, lo que se nombra existe y lo que no se nombra no existe, y hoy con mucho orgullo podemos reivindicarlo. Tuvieron que pasar 200 años de México independiente, 200 años… 200 años, se dicen fácil, dos siglos, varias generaciones de por medio, 65 presidentes hombres previos, para que hoy podamos decir presidenta».
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