Boeing sigue quemando dinero con Starliner. El programa de la cápsula tripulada está detrás de una pérdida reciente de 125 millones de dólares, cantidad de dinero que se suma a los 1.100 millones de dólares en números rojos registraros anteriormente. Se trata de una mala noticia para una empresa que, pese a ser un emblema estadounidense, no registra ganancias anuales desde 2018, está lidiando con presuntos problemas de calidad en sus fábricas de aviones y a finales de año cambiará de CEO.
El Programa de Tripulación Comercial de la NASA, cuyo principal objetivo es garantizar el acceso a la Estación Espacial Internacional (ISS), ha resultado ser muy favorable para SpaceX, pero una auténtica pesadilla para Boeing. El primer contratista lleva transportando astronautas a la ISS desde 2020 con su cápsula Dragon, mientras que el segundo se encuentra estancado en la primera prueba tripulada de Starliner, misión que inició a principios del pasado mes de junio y que no tiene una fecha de finalización definida.
Starliner, una pesadilla para Boeing
Los desafíos para la división espacial de Boeing (formalmente ‘Defense, Space & Security’) comenzaron hace años cuando la compañía decidió aceptar un contrato de precio fijo para el mencionado servicio de transporte a la ISS. Tras superar las etapas iniciales del programa en 2014, la NASA otorgó un contrato de 4.200 millones de dólares para que Boeing completara el desarrollo de Starliner y de 2.600 millones de dólares para que SpaceX hiciera lo propio con su versión tripulada de la cápsula Dragon.
El primer lanzamiento de Starliner (sin tripulación) debería haber ocurrido en 2017. Esta prueba, sin embargo, se retrasó varias veces hasta 2019. Un problema impidió que la cápsula pudiera acoplarse a la ISS, por lo que esta regresó a la tierra poco después de alcanzar el espacio. Starliner consiguió acoplarse con éxito a la ISS por primera vez en 2022, aunque todavía sin astronautas. La primera misión tripulada de la nave no llegó hasta el pasado mes de mayo, cuando fue lanzada en un cohete Atlas V.
Después de algunos contratiempos, Starliner se acopló a la ISS y los astronautas se trasladaron al laboratorio orbital con la intención de permanecer alrededor de una semana allí. Los especialistas han decidido aprovechar al máximo el estado actual de la nave para estudiar unas pequeñas fugas de helio, detectadas antes de lanzamiento, y un fallo en el sistema de propulsión. También se están realizando pruebas de laboratorio en tierra antes de dar luz verde a su regreso (con o sin astronautas).
Ahora bien, todo parece indicar que Boeing seguirá quemando dinero mientras aborda los problemas que le rodean y sienta las bases para la primera misión operativa de Starliner para algún momento de 2025. La propia compañía ha dicho que “persiste el riesgo de que podamos registrar pérdidas adicionales en períodos futuros”. Boeing ha vivido en sus carnes el efecto perjudicial del contrato a precio fijo.
Cuando la compañía concretó su contrato con la NASA para desarrollar una cápsula espacial de transporte a la ISS, una alternativa a la Dragon tripulada de SpaceX, posiblemente no imaginó que su proyecto estaría plagado de retrasos y sobrecostes. La agencia espacial estadounidense, no obstante, ha acordado desembolsos adicionales en el pasado para asegurarse de que su segundo contratista siga en carrera. Toca esperar para saber cómo evolucionará todo esto y si Starliner acabará prestando servicio regular al a ISS.
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