Los Tigres estuvieron a nueve outs de convertir el “caos de pitcheo” autoproclamado por su manager, A.J. Hinch, en su primera serie ganada de postemporada desde 2013. En cambio, se apoyaron en el caos al bate en una remontada y una barrida en la Serie del Comodín de la Liga Americana.
Y con la victoria 5-2 el miércoles en el Minute Maid Park, impulsada por un doblete de tres carreras como bateador emergente del cubano Andy Ibáñez ante el cerrador Josh Hader, los Tigres pusieron fin a la racha de siete viajes consecutivos de los Astros a la Serie de Campeonato de la Liga Americana. Lo hicieron liderados por el ex manager de Houston, quien se ha transformado en un “científico loco” con cambios de lanzadores y bateadores emergentes, convirtiendo al equipo más joven del béisbol en una repentina amenaza en la postemporada.
Los Tigres enfrentarán a los Guardianes, rivales de la División Central de la Liga Americana, en una Serie Divisional al mejor de cinco que comenzará la tarde del sábado en Cleveland.
Nadie en el lado ofensivo ejemplifica mejor cómo Hinch maneja los duelos pitcher-bateador que Ibáñez, el único jugador de 30 años o más en el roster de 26 jugadores de los Tigres para la Serie del Comodín. Reclamado de Texas en waivers hace dos años, el infielder y bateador derecho ha pasado toda la temporada en un rol específico: enfrentando a zurdos. A veces eso significaba estar en la alineación contra abridores de esa mano. Otras, implicaba esperar en el banco para un duelo contra un relevista zurdo, como ocurrió el miércoles.
La estrategia funcionó brillantemente durante gran parte de la campaña, pero Ibáñez terminó con 7 hits en 45 turnos con dos carreras impulsadas en sus últimos 24 juegos después del 28 de agosto. Su última remolcada fue el 10 de septiembre. Aun así, en medio del avance de Detroit al final de la temporada, tuvo sus oportunidades.
Mientras el derecho y nativo de Detroit, Hunter Brown, dominaba la alineación cargada de zurdos de los Tigres durante seis innings el miércoles — su único error fue un vuelacercas solitario de Parker Meadows en la parte alta del sexto — Ibáñez se preparaba para el cerrador Josh Hader. Aunque el bullpen de Houston tenía otros dos zurdos, Caleb Ferguson y Bryan King, además del potencial abridor del Juego 3 Yusei Kikuchi, Hader era la mayor preocupación.
Ningún bateador en los Tigres se prepara para situaciones como Ibáñez, quien es conocido por pararse en la parte superior de los escalones del dugout con un bate cuando su turno aún está a varios bateadores, solo para poder cronometrar al lanzador. En una ocasión, incluso interrumpió una entrevista en pleno juego a Tarik Skubal al aparecer en cámara con el bate en la mano a principios de esta temporada.
Mientras Ibáñez y el dominicano Wenceel Pérez se preparaban en las jaulas de bateo, el abridor Tyler Holton lideró una procesión de cuatro relevistas que trabajaron seis innings sin permitir carreras, incluyendo cinco outs del cerrador del Juego 1, Beau Brieske, para proteger una ventaja de 1-0. El prospecto número 2 del club, Jackson Jobe, ingresó en el séptimo inning en su tercera aparición en las Grandes Ligas, pero un pelotazo, un sencillo del dominicano Jeremy Peña y un sencillo tocando la pelota del hondureño Mauricio Dubón llenaron las bases, lo que llevó a una carrera impulsada de Jonathan Singleton y un elevado de sacrificio del venezolano José Altuve.
Sean Guenther, el tercer zurdo de los Tigres en la tarde, evitó más daño con un doble play de Kyle Tucker para terminar la séptima entrada. Eso resultó crucial cuando Kerry Carpenter y Matt Vierling conectaron sencillos consecutivos con un out ante Ryan Pressly en la parte alta del octavo. Un lanzamiento descontrolado de Pressly a Riley Greene terminó en el backstop, permitiendo que Carpenter anotara la carrera del empate.
“Contra Pressly, íbamos a intentar tener tantos bateadores zurdos como pudiéramos, para ver si podíamos lograr que lanzara su curva”, explicó Hinch. “Estaba retirando a Torkelson para tomar la decisión mientras Joe caminaba hacia el montículo. Cuando Hader entró, eso cambió el orden en el que íbamos a proceder. Volví a poner a Wenceel en el banco, y luego fueron Tork y Ibáñez para esos dos turnos al bate”.
Torkelson recibió un boleto de cuatro pitcheos, llenando las bases y sacando a Ibáñez del dugout para batear por Zach McKinstry.
Hader lanzó cinco sinkers consecutivos; Ibáñez conectó tres fouls y dejó pasar uno para una bola, ajustando su timing. El quinto pitcheo fue lo suficientemente alto para que Ibáñez lo conectara hacia la esquina del jardín izquierdo.
“Tan pronto como hice contacto, sólo estaba como empujando la bola para que fuera fair”, relató Ibáñez. “Lo más importante, estaba empujando a los corredores en base para que corrieran y corrieran”.
“En lo que llegué a segunda base, vi a los fanáticos de los Tigres encima de nuestro dugout, y fue un momento muy bonito, muy emocionante”.
Era la primera vez en la historia de los Tigres que un emergente daba un hit para ponerlos arriba en la pizarra en un juego de postemporada, y selló la primera victoria de Detroit en playoffs tras ir perdiendo en la octava entrada desde el Juego 3 de la SCLA de 1987, cuando Pat Sheridan conectó un cuadrangular de dos rayas ante Jeff Reardon de los Mellizos.
El batazo de Ibáñez, que llegó muy rápido justo después de que Detroit perdiera la ventaja, se sintió aún más importante. Y no solo porque terminó con la racha de 47 juegos ganados por Houston en postemporada cuando llegaban ganando al octavo inning.
“Tenemos buenos peloteros aquí”, dijo Ibáñez. “Lo más importante es que tenemos esta conexión, esta unión que nos hace como una hermandad, todos juntos apoyándonos, y nos impulsamos unos a otros y seguimos trabajando todo el tiempo solo para obtener los resultados”.
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